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miércoles, 3 de febrero de 2016

EL CARTERO.

El señor Lucio  vivía solo, y esa soledad  le pesaba mucho.

Una  mañana,  paseando , vio una  tienda de mascotas  , y se quedó pasmado en el escaparate observando  los  acuarios, pájaros  como los  periquitos, pequeños roedores como las cobayas y hámsters , aceitera, aceitera.

Le llamó la atención un enorme  loro de vistosas  plumas  que  desde el interior  le miraba con sus ojillos tiernos  , el pico curvado, sus garras prensiles balanceándose en el palo de la jaula , y esa la intensa coloración de su plumaje  arco iris.

Pensó Lucio que si ese loro supiese hablar podría hacerle   compañía en las largas  y tediosas  tardes de invierno...

- Perdone- preguntó al dependiente - ¿cómo se llama el loro?

- El loro   se llama  Allavorens.

- Y ...una pregunta  le  quiero yo hacer  a  usted: ¿habla Allavorens?

- Hablar, lo que se dice hablar , no habla, pero sabe decir  "¿quién eeeesss?".

- ¿Cómo?

- Pregúntele  usted mismo.

- ¿Allavorens?- le preguntó don Lucio.

- ¿Quién eeesss?- contestó Allavorens  con voz dulce de   anciana?

- ¡Coño!- exclamó don Lucio. 

- Hombre- replicó el dependiente- digo yo que si sabe decir "¿quién es?", con ensayos y  mucha repetición sabrá  hablar más  suelto.

Y   así fue como Don Lucio y Allavorens  se encontraron en  sus vidas.

Durante meses y meses, años y años, a diario, intentaba  don Lucio que el loro aprendiese  nuevas palabras. Pero  no había manera.

- A ver , Allavorens, di "¡hola Lucio", "hola Lucio!".

- ¿Quién eeesss?- repetía Allavorens  

- Que noooo...a ver ¡hola Lucío!- se desesperaba el dueño.

- ¿Quién eeesss?- repetía   la cotorra.

Tanto fue así  que, desesperado, don Lucio  cejó en el empeño de enseñar palabras nuevas a Allavorens.

Una mañana , don Lucio salió de casa  y  dejó al narigudo en el salón,  dentro de la jaula.

Esa  misma  mañana  llegó el cartero al piso de nuestro hombre con una carta certificada.

Llamó al timbre:

- ¿Quién eeesss?- contestó una voz dulce y  cercana.

- Soy el cartero-  respondió  el hombre de Correos.

Silencio...

Vuelve  a  llamar al timbre:

- ¿Quién eeesss?- repite en tono suave y agradable Allavorens.

- Soy el cartero, señora.

Silencio. El hombre  mira las señas  de la carta, mira el piso...sí, es correcto.

Vuelve  a  llamar, pero esta vez dos veces:

- ¿Quién eeesss?.

- ¡Señora!, ¡¡¡soy el cartero, el carteroooo!, vengo con una carta  certificada.

Silencio.

El hombre no da crédito a lo que está sucediendo. 

Llama cuatro veces , cinco, seis, por si acaso:

- ¿Quién eeesss?

- SOY EL CARTERO, COJONES, EL CARTEROOOO, POR FAVOR, ABRA LA PUERTA, LLEVO  UNA  CARTA    CERTIFICADA

Silencio.

¡Esto  es más  de lo que un cartero  puede hacer!

Llama  ocho, nueve, diez, veinte veces. Enloquece:

- ¿Quién eeesss?

- SOY EL PUTO CARTERO DE MIERDA, SÍÍÍÍÍ  , YO SOY ÉSE, ABRA COÑO, ABRA VIEJA DE MIERDAAAAA

Aporrea  la puerta, patalea , se abre  paso a codazos,  comienza a astillarse . La rompe. Entra:

- ¡¡¡SOY EL CARTERO, Y AQUÍ ESTOY, SÍÍÍ, CON  DOS  COJONES!!!...¿QUÉ  PASA, DÓNDE ESTA LA VIEJA , COÑO!

Y en ese  instante, ve a Allavorens en su jaula. El loro mira  al cartero, el cartero mira al loro.El cartero, sudoroso, jadeante,   sienta un fuerte dolor en el pecho...y muere.

Horas  después  , llega a casa don Lucio.

Al salir del ascensor  observa que la puerta de  su casa está destrozada. Entra sigilosamente y ve a Allavorens, y debajo de la jaula , un  hombre despatarrado con el uniforme  de correos. 

- ¿Quién es?- pregunta don Lucio.

- ¡EL  CARTERO !- contesta Allavorens.
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AQUÍ: EN LO SECRETO: EL PECIO

1 comentario:

  1. Entonces,¡era el loro el que trataba de enseñar a los hombres a decir "¿Quién es?"!

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