Conocí uno que coleccionaba lo que él decía eran reliquias de santos.
En realidad , no eran santos, pues no estaban canonizados,pero guardaba secretamente un rosario roto de un sacerdote por el que él apostaba por su futura santidad, o pelos del cepillo de un compañero de habitación con el que compartía lavabo, o un tubo de pasta de dientes estrujado de alguien que había asistido con él a un curso de retiro.
De todas formas , guarda celosamente alguna reliquia de santo canonizado: la colilla de un cigarrillo.
Nunca terminé de entender estas devociones que en otros ámbitos se llaman fetichistas. Común denominador de todo fetichista es la falta de inteligencia, pues les da lo mismo que el fetiche , o la reliquia , sea verdadera o falsa.
Hay mujeres que esconden solícitamente los cabellos de sus novios, y viceversa. Y son un clásico los fetichistas sexuales , muchos más de los que pensamos, como Fellini, o Berlanga, que coleccionan cosas como vello púbico, bragas/tangas , sujetadores (brasieres), calzoncillos, guantes, medias, minifaldas, zapatos, botas, corbatas, bañadores, ropa deportiva e incluso delantales.
Para el fetichista, estos objetos suelen ser mucho más excitantes si ya los ha llevado puestos la persona. Y aunque estos objetos pueden resultar excitantes para muchas personas porque proyectan una imagen mental del cuerpo de la persona, para el fetichista, en cambio, el objeto es realmente mucho más excitante que la persona en sí.
Al final, reliquias y fetiches , responden a la pregunta de Bogart en el Halcón Maltés:
- ¿De qué está hecho?
- Del material con el que se construyen los sueños.
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