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domingo, 7 de febrero de 2016

LA GRANJA DE MORERUELA

Se preguntaba  Maeztu  si había algo más hermoso  que una catedral , y contestaba," sí, las ruinas de  una  catedral".

Ayer fui al monasterio de Moreruela.

Es preciso perderse para empezar a escuchar.

Es preciso buscar  el silencio en la escucha y en la mirada para descubrir las formas del silencio. Eso  se  percibe en este  monasterio  abandonado. 

El silencio se escribe, se ofrece a la escucha. En la música- ¡ y anda que no hay música en estas ruinas!-  el silencio es figura y a  cada nota escrita le sigue su recíproca figura silenciosa, la figura de pausa. Una figura que mide el silencio.

Ese silencio se rompe por la crotora de la cigüeña, similar  al sonido de las carracas  de semana santa.

Vale la pena  perderse en en este rincón de Zamora.














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AQUÍ: EN LO SECRETO: EL AZAR.

3 comentarios:

  1. La ruina es lo que queda de la grandeza cuando ésta se ha despojado de sus pretensiones, habiéndose avenido con lo inevitable. Lo inevitable es el destino, pero no ese destino ciego, mecánico y cruel, sino ese otro destino que siempre sabe más que nosotros y que, como una madre, nos sabe a nosotros mismos en él. La ruina siempre es un regreso y una reconciliación con la tierra de la cual se alzó en su momento, rompiendo con ella de pura arrogancia. El espacio que antes lo infestaban las pretensiones, la ruina lo abandona para que su propia gravedad lo devuelva a la tierra, dejándose inundar del reverdecer, y a su vez siendo abrazado por él, como si fuera un hijo pródigo. A diferencia de la ruina, el envejecimiento que todavía enarbola ínfulas y pretensiones y no se aviene con su destino –el que nos sabe mejor que nosotros– es lo decrépito.

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