De mi se cuentan historias que no reconozco como propias, pero que no tiene sentido negar porque andan por allí de boca en boca.
Así , por ejemplo, aquella que cuentan que toqué el culo , como si fuese un redoble de pandero , a una subdirectora de un colegio de Fomento .
Contado así, lo niego. Todo tiene un sentido y una razón.
Una vez, estaba en una reunión de subdirectores de colegios de Fomento en Madrid. Terminadas las sesiones para la que fuimos convocados, nos invitaron a tomar un aperitivo antes de regresar a nuestras respectivas ciudades.
De modo natural formamos dos grupos alrededor de las mesas donde se servían cervecitas, espumosos, tapitas: una mesa de hombres , otra de mujeres.
Estaba yo contando vete tú a saber qué historia cuando descubro que el cigarrillo que iba a aspirar una calada no tiene brasa. Llevado de mi responsabilidad , miro detrás de mi, en el suelo, a ver dónde está lo que se llama "el capullo " del cigarrillo.
No está.
Y observo aterrorizado que el ascua, encendida, está en el trasero de una subdirectora entregada a Dios en celibato apostólico. Es un culo cubierto de una falda estampada. Un pompis como la Maestranza.
Unas nalgas sombrías de genio hispánico, equivalente a la imaginación desatada de Botero. Unas posaderas de estaño fundido, cubierta de musgo.
Me debatía ante una enorme duda moral. ¿Qué hacer?, ¿apago a palmetadas el inicio de un fuego que podía prender a esa mujer en llamas?, ¿o dejo que se incendie?.
Ante la caridad y la castidad, decidí por la primera.
Y, sin previo aviso, ¡pam, pam, pam pam!, le meto tres manotazos y un bofetón bien dados, sin dudar, sonoros como aplausos.
La doña, de tertulia con sus amigas, da un respingo. Gritos, sonrojos,! dios mío, le ha tocado el culo! . Me mira la señora colorada como una tortuga .
- Perdona- le dije mostrándole el cigarrillo apagado- es que tenías mi capullo en el culo y te podías haber quemado.
Fue peor la explicación.
Y así se crea la historia, que si le toqué el culo a esa, que si un día pedí en un restaurante un plato de Angulas a la Navarra, que si a una mujer embarazada le dediqué una canción al hijo que venía al mundo, y fue "El idiota".
Y no es así. Como todo en la vida, algo hay...pero nada de nada con la realidad.
AQUÍ: ELPATIO
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