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martes, 29 de diciembre de 2015

MUÑECAS RUSAS.

Este  tiempo  desde que regresé de Guatemala me han sucedido  experiencias  maravillosas. 

Una  fue   dejar Serunión. 

Otra, que no se  hubiese  dado sin la anterior, es haber retomado relación con antiguos  alumnos  de mis años  en Viaró.

Encuentro esos  hombres y nos vamos a comer y echar un  recuerdo al pasado. Nos subimos al puente del río de nuestra vida y miramos  hacia atrás.  

Curioso : esos rostros adultos me  dejan adivinar al niño, al adolescente y al joven que llevan dentro todavía. Los  reconozco . Y tanto ellos como yo nos conocemos  muy bien: el que nos ha amado de pequeños sabe mejor que nadie de qué pasta estamos hechos.

Los puedo imaginar uno debajo del otro, como sucede con las muñecas rusas. Hablo con Álvaro , con su barba de días, su  pelo rubio  más o menos engominado, y veo al   chaval, al niño que  conocí . 

El niño, el adolescente y el joven, que duermen superpuestos en nuestro interior. Un día, el efecto de la muñeca rusa vuelve a funcionar, aunque en sentido contrario. 

Y así me sucede  cada vez  que quedo con alguno de ellos. Me ven mayor. Alguno hasta le cuesta reconocerme. En el rostro de  Suso  comienzan a ver  el anciano que ya llevo en mi interior. Parece que me  imaginan con 60, 70, 80 años .

Si me apuran,y porque  no  lo pregunto, alguno vislumbra   mi fiambre  dentro de un ataúd  con las manos atadas con un rosario de cuentas.

Esto me sucede  también con otras cosas. 

En el interior de algunas grandes empresarios  ,si te fijas un poco, ves todavía el lejano perfil del crío mimado, del chaval repeinado y empollón, del máster por el IESE con su fotografía , todo chulo y peripuesto. 

No diré nombres, pero en Serunión , en el comité directivo, alguno de esos hombretones  conocí. Los típicos que de críos les daban   collejas los pequeños, los de su   curso , y los mayores.

 De pronto cambia la fase y en la cara de este ser inofensivo se instala la silueta inconfundible del venado de cuernos de ocho puntas , el puto amo de la manada, el que  berrea  hasta estremecer el valle y quienes lo habitan. 

Y así permanece por un tiempo hasta que esta figura atroz va tomando lentamente el diseño de un honorable caballero, de un anciano patriarca, de un benefactor de la patria. 

Pero sigue siendo  el mismo hijo de la gran puta que fue, aunque inspira ternura.

Nuestra muñeca rusa puede desarrollar también los momentos más bellos del pasado y todos los retos del futuro. El  niño de oro  que al madurar obligaba a los chicas a volver la cabeza   suspirando será una abuelete  majete y   bonachón  rodeado de nietos. 

La niña  que  saltaba  la  comba  en el patio de su casa se convertirá en un bellezón que hasta los perros y los gatos se den la vuelta para verla,   en una anciana de pómulos rosas  mañana. 

Dentro de las muñecas rusas  está todo: el David  que un día mató a Goliat , el   cobarde  que se avergonzó de  su pasado y anda dando tumbos por la vida, el aventurero que nunca salió de  la falda de la  mesa camilla de casa.

O yo...que estoy a medio cocer  aún.


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EN LO SECRETO: SECRETOS INCONFESABLES.

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