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viernes, 22 de enero de 2016

NO HEMOS CAMBIADO NADA.

Veo una cajera  en el Bon Preu, unos supermercados de Cataluña.

Me recuerda  la  mujer  al espasmódico  Charlot en Tiempos Modernos ajustando tuercas , una  tras otra, hasta  quedar subsumido  y extraviado  entre  las ruedas  del engranaje. 

La cajera  sentada  ante una cinta sin fin que pasa un producto envasado tras otro ante un lector de Rayos  infrarrojos , con un  movimiento  lateral de  la  muñeca , pi, pi, pi, y  luego que el mecanismo lee el código de barras ,suma las cifras, pi,pi,pi, y dice:

- Son diez euros, cincuenta...¿tarjeta de cliente?

Sin embargo, me aseguran en el sector, prefieren ese ritmo al de estar  mano sobre mano escuchando el hilo musical y la  voz del  promocional de  la cadena. Todas las voces, por cierto son la misma: la del gps, la de la seguridad  social, la de la policía, la del Corte Inglés, la  de  su  tabaco  gracias, la de ha  depositado usted diesel E- plus, la  de  Serunión cuando está en modo espera,  ...¿no hay voces de paletos para la gente que viene del pueblo,por ejemplo, y que se  sientan como  en  casa?

-¡Cagüen la putica  que precius tenemos en los limones, están de cojón, maño!

De  Charlot  aquí  no nos hemos  movido  ni un pelo.

Cualquier día aparece la cajera  subsumida entre  las teclas  de la  caja, pi, pi,pi, saca la cabeza  por la impresora y dice: 

- ¿Tarjeta  de cliente?



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AQUÍ: EN LO SECRETO: LA CULPA.

1 comentario:

  1. Creo que un poco sí que hemos cambiado. Ahora se tienen pausas regulares de descanso para echarse un pitillo, ir a mear o contestar los mensajes de whatsup.
    Creo que es mucho peor la sensación de precariedad del profe, del que contabas que se puso a llorar cuando se enteró que no le despedían. No se puede vivir con ese sufrimiento, sin poder hacer planes a largo plazo. Aunque parece que nos vamos a tener que ir acostumbrando.
    Ayer estuve en el cine con mis sobrinos viendo La quinta ola. Estábamos un montón de adolescentes, yo y el "català emprenyat". Un jubilado que regularmente gritaba "calleu, collons" porque claro, allí todo el mundo comentaba la película y aplaudía los besos.
    Me enteré de que ya nadie está en Facebook, que ahora lo que se lleva es Insta. Joder, qué rápido, pensé, lo de la obsolescencia hay que tomárselo en serio.

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