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miércoles, 20 de enero de 2016

UN DESPIDO.

Fue en Tarragona. 

Allí , en  el  colegio  Turó , me  inicié en la dirección  como    jefe de  la   ESO, que  en aquel  año   se  estrenaba en España.

Uno de  los  nuevos   profesores   andaba un pelín desorientado . Alguien le había dicho  que el  colegio  era  del opus, y el hombre se había  hecho un sidral   importante  confundiendo modales  con religión, ascética, con amor y socorrismo.

Se le escapaba un taco y decía "¡uy, perdón, perdón!"

A  final de curso  nos  comunicaron  que tendríamos  nuevo director. Y corrió la especie  de que venía a cortar cabezas. Nuestro hombre estaba  espantado con la  idea de verse  en  la calle, sin empleo, recién casado, esperando una criatura, y su mujer en el  paro.

Durante el último  mes de curso  se volvió piadoso, devoto, creyente místico sunserround. Visitaba al Santísimo , sus genuflexiones eran conmovedoramente pausadas, las inclinaciones de  cabeza tocaban la frente el suelo.

Y llegó  el primer día de curso. Se  presentó  el director, y nos  comentó que  llamaría  uno a uno a  todos  a su despacho  para conocernos y charlar.

Nuestro  amigo  redobló  sus  ejercicios espirituales. La incertidumbre  le reconcomía.

Una mañana , estaba hablando  con él  en mi despacho  y llaman a  la puerta:

-Le  llama  el director, don fulano.

Un  barniz  de  tipex  cubrió la  cara del pío profesor.

Una hora después entra en mi despacho. Yo estaba reunido  con dos  profesores  más. 

Y sin decir nada, sollozando, me abraza con fuerza. Yo,perplejo,le abrazo también con más fuerza y,contagiado por tanta  efusión, prorrumpo en lágrimas incontenibles.Seguimos  un buen rato abrazados entre pucheros. 

Los dos  profesores  que  estaban conmigo, se  incorporan al abrazo , nos rodean  a los dos  y nos dan palmadas de consuelo en los hombros. Uno de ellos, ignoro  la razón, me soba  la nuca . Los cuatro jipando ,en  melé solidaria y lacrimosa,   nos estamos  allí  llorando  a  moco  tendido. 

-  No te preocupes- le digo- cuenta  conmigo. Te   echaré  una  mano.

- Pero si...si...no me han despedido.

- ¡Cómo!,¿que  no te  han despedido?

- No.

-  ¿Y por qué cojones  lloras?.

- De alegría- contesta secándose  los ojos con los puños de la camisa... 

 
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AQUÍ: EN LO SECETO: EL PARAGUAS.

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