En la belleza de un cementerio de coches, y en la poesía de millones de neumáticos en un paisaje desolado.
Creo en la lírica de una estación de tren abandonada. O en la preciosidad de aquel hotel en el desamparo y en medio de la desolación.
Me estremece el silencio de una ciudad cubierta por las aguas. Las ruinas de un castillo. Un poblado inundado por la arena del desierto.
Me gustan las gasolineras con años de desuso al desabrigo , en una curva a la salida de un pueblín. Las vías de un tren anegadas por el abandono.
Un sanatorio que fue. Un puente de madera carcomida por el tiempo. Un viejo bar con sus fantasmas.
Me vuelve loco fotografiar una barco naufragado. Los restos de una empresa que se fue a pique. Un proyecto que no llegó a terminarse.
Me enamoran las ventanas de los museos, que son su mejores cuadros. O la guapa celadora que vigila la exposición permanente del Gugenhein.
Todo eso me parece más hermoso que cualquier ciudad de este mundo que `puedas aconsejarme visitar.
Me gustan tus arrugas, tus manos nervudas y gastadas, el pliegue de tus ojos de años riéndote.
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