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martes, 24 de noviembre de 2015

EL CASOPLÓN DE PARQUESOL.

Cerca de casa, en Parquesol, hay un casoplón abandonado. Una historia de chanchullos urbanísticos  que, por distintas razones, no se pudo  llevar a cabo. La casa, como la del Evangelio, no se pudo terminar , y su propietario - al que también pertenecía todo el nuevo barrio-  vendió, y se piró.

Ando por sus ruinas , se puede acceder sin el menor esfuerzo. Hay huecos en los forjados, hierros herrumbrosos , basamentos corroídos . 

Antonio Alfonso, su primer propietario, se reservó la extraordinaria parcela de 7.530 m2.  Un nuevo rico de gustos porcinos que soñaría con un Valladolid a sus pies, las orillas del  Pisuerga cantando  al atardecer  , mientras él , desde su terraza , vestido de suéter azul oscuro, pantalones blancos de lonilla,  descalzo , toma un  Ribera del Duero .

Fue noticia hace unos años, unos muchachos encontraron en su interior el cadáver de un hombre que llevaba 18 días fallecido sin que nadie lo hubiese advertido.

¡Qué contradicción!: el mausoleo que soñó para sí don Antonio , resultó ser  el panteón de un vagabundo.

Subo a Parquesol.  Se hace el silencio, sólo  roto por la  brisa.

Se cruza un hombre muy mayor haciendo footing. ¡Dios,  qué contraste!: el chalet inacabado, el recuerdo del cadáver entre los escombros, y esta ruina de hombre que bocanea  imitando los estertores de su última agonía...y recuerdo a Quevedo:



"Vencida de la edad sentí mi espada,

y no hallé cosa en que poner los ojos

que no fuese recuerdo de la muerte".



EN LO SECRETO: SUSÍN.

1 comentario:

  1. Esos versos de Quevedo son muy impresionantes, muy acordes a los elementos de la fotografía, que son el descampado y la ruina de una aspiración que quedó en eso... en aspiración.

    Pero se pueden completar con estos otros versos del mismo poeta, para los que tampoco sería difícil encontrar una fotografía:

    "Amor constante más allá de la muerte

    Cerrar podrá mis ojos la postrera
    Sombra que me llevare el blanco día,
    Y podrá desatar esta alma mía
    Hora, a su afán ansioso lisonjera; Mas no de esotra parte en la ribera
    Dejará la memoria, en donde ardía:
    Nadar sabe mi llama el agua fría,
    Y perder el respeto a ley severa.

    Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
    Venas, que humor a tanto fuego han dado,
    Médulas, que han gloriosamente ardido,

    Su cuerpo dejará, no su cuidado;
    Serán ceniza, mas tendrá sentido;
    Polvo serán, mas polvo enamorado."

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