El síndrome de Diógenes es una buena metáfora de nosotros mismos...a veces.
Es la soledad la causa de esta enfermedad: ocurre a personas de avanzada edad,o no, que se encuentran muy solas. Se abandonan personal y socialmente, se aislan. Y van acumulando cantidades ingentes de basura, de desperdicios domésticos.
Sin acumular fisicamente tanta porquería, hay personas que no distinguen sus recuerdos, y llevan sobre sus hombros una gigantesca suma de evocaciones del pasado. Parece que llevan sobre sí rencores, mentiras, agravios, cuentas pendientes sin perdonar, o que necesiten perdonarse, de asuntos que piensan que es mejor dejarlos estar.
Viven en el desvarío , acumulando miserias, atormentados. No tiene nada que ver esta enfermedad con el nivel de vida, ni su razón es económica. En algunos casos se plantea si no es una forma de vivir.
Para mi este Síndrome, que toma su nombre como antítesis al ideal de Diógenes, filósofo que preconizaba la austeridad y el desprendimiento, es metáfora de vidas que necesitan olvidar, perdonarse y perdonar, regresar a una infancia que perdieron, al padre que rechazaron, a la soledad que les condena, al amor que se les fue en alguna curva del camino...¡tantas cosas!
Todos hemos padecido alguna vez este síndrome, yo desde luego, y nos hemos alejado de todo, de todos, encapsulados en una crisálida de miedo y rencor, tristes como la tristeza, abandonados incluso a nosotros mismos.
Hay también Diógenes con corbata y chaqueta, con una sonrisa que no da luz, muy educados, y que huelen muy bien.
Pero todo su interior tiene y almacena los mismos síntomas. Y, en este caso, sí, es un modo de vida.
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