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martes, 17 de noviembre de 2015

MÁS PROFUNDA, MÁS RÁPIDA, MÁS LEJANA.

Cuando era pequeño jugaba, jugaba mucho, y reía sin parar. Y de adolescente mis sueño era hacer realidad lo que imaginaba. Quería ser todos los papeles protagonistas  de todas la películas que veía.

Me daba igual vaquero que indio, villano o héroe, santo o pecador. ¡ Lo importante era representar muchos!: imitaba sus andares, sus miradas, sus gestos. 

Dios me miraba.

Desde su trono - butaca Dios nos mira a todos representando  todos  esos  papeles , máscaras, que hemos ido representando.

Quizás allí está el quid de nuestra vida desgraciada: no sabemos vernos a nosotros mismos como un espectador de nuestra propia película. Entonces, te reirás de  tus cosas, incluso de las más ridículas, o las más ofensivas y graves. 

Porque es allí, entre tus risas, vestido de vaquero, o tus lágrimas, disfrazado de soldado romano, cuando te entenderás mejor, y te disculparás, y te perdonarás. Y dirás "¡joder, qué desastre de tío!".

Pero viéndote así, desde tu propia butaca, la alegría , la compasión, incluso el amor por ti, la dicha  te llenará  los ojos , como cuando tu madre te pillaba haciendo idioteces  a  solas en tu habitación y te decía "¿pero tú estás tonto, o qué?", y le lucían las pupilas alegres.

Sí, amig@, baja del escenario, y mira  la  película de  tu película desde la butaca, al lado del otro Espectador. La  alegría está en ti mucho más profunda de lo que piensas, y va mucho más rápida, y mucho más lejana.

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