En principio, ningún cerebro humano es mejor que otro, sean de donde sean, los hayan tenido quienes los hayan tenido. El cerebro es la fuente primera de toda nuestra formación, la potencia primera. Y, es sabido, en los primeros años, con una potencialidad inagotable.
Hemos menospreciado cerebros a puntapala. Recuerdo el Lérida, en Tarragona, ciudades donde convivía en los colegios culturas urbanas y rurales, críos con un talento maravilloso que fue echado a perder por la tontuna y cortedad de miras de sus padres.
Eran chavales despiertos, inquietos, que veían el aire, pero había una visión en la familia, en los pueblos, de que las manos son para trabajar. Y en octavo de EGB de entonces, plegaban.
Ese deprecio de nuestro país por la inteligencia lo hemos visto en la última crisis inmobiliaria: las manos para trepar al andamio, para vendimiar, para servir copas, para acompañar abuelos y limpiarles el culo, Y compartimos esas labores con marroquís, sudamericanos, rumanos...mientras seguíamos desperdiciando nuestra formación, educados en igualarnos por abajo, sin esfuerzo.
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